El año 2020 vino acompañado de una pandemia, la cual obligó a los ciudadanos a entrar en cuarentena y esto nos ha llevado a «vivir» los espacios y apreciar cómo se adaptan al diseño, que funciona o que puede mejorar.
Los diseñadores están reflexionando y comenzando a reeducarse para cumplir su rol social y humano, entendiendo que su responsabilidad va más allá de un programa que te indique por donde pasa una tubería o escoger qué vehículo se ve mejor en la perspectiva.
El cliente está más consciente del ambiente, la importancia de la ventilación e iluminación natural, la dependencia en equipamiento y su eficiencia, la funcionalidad de los espacios de la vivienda.
Se han transformado los espacios de nuestro hogar para acoger procesos educativos y laborales, se implementaron nuevos protocolos de ingreso e higiene, la lavandería y tina de aseo.
La importancia de la distribución de sus hogares ha tomado más relevancia, los metrajes, las áreas abiertas como balcones (que muchos clausuraron) o en comunidades cerradas como son los parques.
El diseñador del 2020 requerirá poner en práctica los procesos de análisis, investigación y creatividad en la búsqueda de innovadoras soluciones, incorporar de nuevas tecnologías, desarrollar planos y representaciones gráficas con mayores grados de detalles, especificación, planes de mantenimientos y operaciones.
Nuestros diseños deben ofrecer conceptos de sustentabilidad, ahorro energético, incorporar protocolos sanitarios, reciclaje y respeto al medio ambiente, integrando los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030.
Definitivamente tienen que contar con herramientas que les permitan comunicarse, expresar sus ideas como diseñadores y no como ayudantes técnicos de programación.
Es necesario adaptarse y reinventar nuestra profesión ya que todo lo conocido cambio y los retos de este nuevo orden mundial nos afectan desde la forma de relacionarnos con los clientes hasta como realizar trámites institucionales que requerirán nuevos conocimientos y recursos digitales.