julio 1, 2020 Vanessa Kosmas

EL RETO DEL NUEVO DISEÑADOR

El diseñador es aquel individuo con la capacidad de soñar y crear un elemento, espacio o ambiente tomando en cuenta su funcionalidad, estética, ubicación y su usuario.

El diseñador debe entender como su obra, proyecto o creación se arma, se construye, cómo se comportan los materiales con los que trabaja, cuál es su vida útil y como “envejece”. Este proceso creativo finaliza cuando se construye su obra; la cual no necesariamente se lleva a cabo por el diseñador sino por el constructor o el ejecutor de la obra. Este es el primer concepto que debe aclararse; la primera etapa de una obra es el proceso de diseño y su segunda es el proceso de construcción.

Un carro de fórmula 1, una silla o una residencia, pasa por el mismo proceso de diseño; investigación, análisis, experimentación, consultas con especialistas, planteamiento y desarrollo, las cuales son algunas de las facetas para diseñar. Estos elementos nos llevarán a realizar planos, especificaciones y documentos que pasaremos al constructor, fabricantes o ejecutor de obra. Ellos iniciarán la preparación de materiales, compras, presupuestos finales, armado de sistemas y todos los elementos de construcción para que el objeto sea realizado. Todas las etapas son importantes y afectan el producto final.

Estos últimos años, el arquitecto y diseñador estaban comenzando a ser absorbido por ciertos sectores de la industria, transformándose en un programador, traductor entre el constructor y los especialistas y armador de imágenes. En una carrera por aprender a dominar muchos programas de diferentes ramas, perdíamos competencias como el análisis del espacio, creatividad en solución de problemas, necesidades del cliente, necesidades del medio ambiente.

Comencé a ver cómo los egresados carecen de herramientas para desarrollar planos o representar gráficamente detalles, pues están más preocupados de que la perspectiva o «render» cuente con la iluminación y colores más llamativos. Esto llevó a los jóvenes profesionales a enfrentarse a dos panoramas:

La primera es con respecto a las ofertas de empleo. Los reclutadores solicitan requisitos en nuestra rama que debían incluir por lo menos manejo de tres programas e innumerables aplicaciones, las cuales en su mayoría no servían o no se utilizarían al máximo para la posición. Aquellas habilidades o competencias que requería la posición no estaban incluidas dentro de los requisitos; por ello al desarrollar la posición encontramos que el profesional se enfrenta a una situación que lo termina frustrando y sin lograr entender que se espera de él.

La segunda es cuando realizan su práctica independiente o se unían a un taller de diseño e iniciaban con el desarrollo de planos, sin entender la implicación de la representación gráfica, calidad de línea, priorizar las secciones que requiere el constructor para entender el diseño, conocer el proceso que lleva la confección o construcción, plasmar las especificaciones de materiales, entre otros.

Diseñadores que se saltan el proceso de discutir con los especialistas el análisis de los vientos, iluminación natural, topografía, ahorro energético y la unificación de estas especialidades con los planos arquitectónicos para ajustarlos. Planos con un pobre desarrollo equivale a sobre costos y muchas decisiones en manos del constructor. Diseños realizados con poco análisis de los diferentes tipos de clientes y sus necesidades, interacción y relación entre ellos, ergonomía y afectación del ambiente en las emociones.

Estas dos situaciones, se presentaron con demasiada frecuencia ante nuestra práctica. Los clientes, propietarios y promotores, habían realizado una inversión en planos y muchas veces iniciado construcciones que perderían, porque no se había tomado en cuenta estas variables y entonces toca buscar soluciones a posterior. Estas “soluciones” incluyen volver a confeccionar planos, recontratación de especialistas y un análisis desde cero del proyecto.  El cliente en este punto este escéptico, con natural desconfianza y con unos sobrecostos no previstos, lo cual no es un buen comienzo para cualquier relación.

Existe el cliente que está seguro de que el diseñador (pues muchas decisiones las tomó con el cliente) no fue el problema, sino el constructor que está cobrándole elementos que debió asumir, por ejemplo, el lavamanos que en plano no tiene marca o especificación y cuando se instaló no fue igual al que vio en la revista.

 Los Diseñadores y Arquitectos de esta generación cuentan con una gran creatividad, pero requieren expresar sus ideas dentro de un plano o documento que permitan que su construcción. Es necesario que dentro del programa de la carrera universitario se exija el reforzamiento y especialización en el desarrollo de plano y representaciones gráficas.

Como docente creo en la importancia de brindar en cada asignatura un pequeño espacio para revisar estos aspectos y realzar su importancia para la comprensión de sus ideas. Insisto en la importancia del desarrollo de plano y les agrego pequeños talleres dedicados a la representación gráfica en su esencia más sencilla; la importancia de la simbología y cuadros explicativos, calidad de línea (grosor de plumillas), importancia del uso de ejes para el dimensionamiento, claridad de representación de planos generales y sus detalles, incluyendo sus respectivas secciones, entre otros. Trato de incentivar que el estudiante busque soluciones, es decir sea autodidacta ya que cuenta con herramientas electrónicas que se lo permite.

Por último es  necesario que exista la experimentación desde el plano a la construcción, pues es la manera en que pueden palpar y verificar las carencias o falta de claridad de los mismos; de estos “errores” podrán aprender y confirmar la importancia de un buen desarrollo de plano.

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